La Villana que no queremos: El escándalo real que sacude Villa Alemana
Queridos y gentiles lectores,
La noticia de que la reina, desoyendo el dolor del pueblo por el fallecimiento de una aldeana atropellada por un carruaje, había optado por asistir a una celebración en un ambiente que poco tenía de digno para su rango, se había difundido como un susurro cargado de reproche. Este desprecio hacia el luto popular le había ganado a la soberana el título de “La Villana que no queremos”, apodo que, lejos de desmerecer su posición, acentuaba la creciente desaprobación de la corte y de la sociedad.
La consejera que aconseja, conocida por su llamativa manta roja y su particular desprecio por la superficialidad de la corte, se presentó en esa reunión con la familia de la difunta. No desaprovechó la ocasión para manifestar su desdén hacia la soberana, y sus palabras mordaces acerca de la falta de humanidad de la Reina resonaron entre los asistentes.
La reina, lejos de mostrar una verdadera representación, envió dos figuras peculiares: uno, de rostro silencioso y ojos observadores, que se mantenía en un reservado mutismo, y el otro, un corpulento bufón cuya voracidad le llevó a devorar todas las galletas dispuestas, a pesar de la evidente vergüenza que tal acción producía.
El príncipe, al haber escuchado rumores sobre el hallazgo de una piedra preciosa en las afueras del reino, llamada cuarzo, en un arranque de entusiasmo por la búsqueda de nuevas fuentes de creatividad, regresó apresuradamente a palacio, rompiendo su camisa de fuerzas. Las promesas de aumento de su ingenio por parte de los médicos del psiquiátrico le incentivaron a emprender una búsqueda desesperada, mientras el reino se enfrentaba a la creciente agitación política por su extravagancia.
En la esfera de la cultura, los bufones, siempre astutos y bien informados, se encargaron de organizar una feria del libro que promete ser un evento deslumbrante, con obras que tanto a la Reina como al príncipe consideran adecuadas para mantener las apariencias. La feria se convertirá en una oportunidad para continuar con las promesas desmedidas y para fomentar un gasto desenfrenado. El reino, inmerso en el caos del lujo y la extravagancia, parece estar encaminado hacia un destino incierto, donde las prioridades del poder se desmoronan ante los ojos de una población cada vez más desilusionada.
Elvis, el conductor de carruajes reales, se ha ganado el favor de la Reina por su talento artístico, que recuerda a un monarca del rock. Esta circunstancia lo colocó en una posición privilegiada, logrando su promoción dentro de sus pares y provocando intrigas.
Así, en medio de la decadencia y el esplendor forzado, el reino se encamina hacia un desenlace incierto, en el que las lealtades y las pasiones individuales se entrelazan con las esperanzas de las Villas, cada vez más desilusionadas.
Hasta un próximo y más decadente episodio.
Lady Eva
Se agradecen todos sus “chismes” enviados…