La inesperada caída de la reina y el ascenso de nuevas figuras en el reino de Villa Alemana.
Queridos y gentiles lectores,
Como se habrán dado cuenta, mi pluma ha estado muy callada durante un tiempo que podría considerarse largo. Para aquellos que con pesar aseguraban que mi pluma ya no danzaba sobre el papel, lamento profundamente defraudarlos. No estoy muerta; viajé en el tiempo al famoso barrio Meiggs, donde los artículos más insólitos se venden por una fracción de lo que cuestan en el reino. Volví con un cargamento de plumas y, ahora con renovada inspiración, les ofrezco este relato:
La Sorpresa de la Elección: La Reina Perdió
Los vientos de cambio soplaron con tal fuerza en nuestro reino que ni los más astutos cortesanos supieron anticipar la gran sorpresa: la Reina, esa figura imponente que había reinado con mano de hierro, se vio derrotada en las urnas. Había sido el eje sobre el que giraba todo el reino, una monarca aclamada, temida y, sobre todo, invulnerable. Sin embargo, en esta ocasión, el pueblo decidió de manera rotunda que su tiempo había llegado a su fin. No fue una derrota fácil de asimilar; ni los candados que regaló, ni los eventos fastuosos que realizó fueron suficientes para mantener su corona. La Reina había caído.
“La Reina VA”; Directo a su Casa
Su campaña electoral comenzó con un cartel que decía “la reina va”, sostenido por la actual Condesa de Corporación, una mujer de mirada severa y alejada del pueblo, más parecida a una estatua en el salón del trono. Un error sumarla, ella solo resta, acompañada por su aliado, el Jefe Médico del reino, quien no es médico, sino un ortopedista. La condesa, con su tono seco y poco convincente, hizo recordar con nostalgia a la anterior Condesa, a quien aún se refieren como “La Jefa” por su buen trato y sonrisa cálida, tan habitual en todas las reuniones.
La Consejera de la Capa Roja: Ambición y Frialdad
Entre las figuras que se presentaron al reino, destacó la consejera de la capa roja, siempre envuelta en ese manto oscuro y majestuoso. Ella intentó hacerse con el trono por medio de su astucia. Nadie podía negar que tenía los dotes de una gran líder. A pesar de su dedicación y empeño, los votos no fueron suficientes. Su nombre fue citado entre los más grandes aspirantes. Sin embargo, como suele suceder, la política no siempre se basa solo en la razón, y en esta ocasión le faltaron votos populares, alejándola del trono que tanto deseaba.
La Duquesa Cristiana: La Simpatía que No Conquista
La duquesa cristiana, otra participante en la contienda, también se vio derrotada, aunque no por falta de simpatía. Era una favorita de varios en los círculos sociales más selectos. Pero como bien se sabe, la política es un campo donde la simpatía no siempre es suficiente. A pesar de su popularidad y figura impecable, la Duquesa no logró los votos que necesitaba para llevarse la corona. Su campaña mejoró con su escudera Claudia, pero no fue capaz de alcanzar los votos necesarios para llevarse el trono, y su nombre se unió a los de otros que han intentado llegar al trono del reino.
Paula la Plebeya: Rostro de Pueblo y Canción Victoriosa
En medio de grandes nombres y figuras, una mujer común y corriente, de manera inesperada, llamó la atención y se ganó el respeto incluso del adversario: Paula la Plebeya. Sin la nobleza ni el pedigrí que otros presumían, pero con una vitalidad y una fuerza que muchos en la corte no podían comprender, recorrió el reino incansablemente, con su canto que decía así: “¡Está bueno ya, el nuevo rey viene llegando!” Convirtió esta simple melodía en el himno oficial de la campaña.
Con su sacrificio, arduo trabajo y dedicación inquebrantable, fue la fuerza silenciosa del nuevo rey, recorriendo el reino, abriendo caminos y corazones. Ella, con su energía desbordante y corazón sincero, logró conquistar cada rincón del territorio. Con arduo trabajo, sacrificio e inquebrantable dedicación a la causa, permitió alcanzar la victoria. Así, sin la pompa de otros, Paula la Plebeya resultó ser un factor decisivo, la nueva reina del pueblo.
La Dimisión de la Reina: Un Acto Final de Despedida
Fue en una tarde cuando, al bajar de mi carruaje, vi algo que jamás hubiera imaginado. La reina, esa figura omnipresente y temida, estaba rodeada de sus bufones, afuera del teatro real. Aquellos mismos que habían servido a su capricho y que ahora no sabían si reír o lamentar su caída. La Reina, con una actitud de resignación que casi roza lo cómico, anunció su dimisión al trono, con una voz temblorosa que parecía dejar claro que su tiempo había pasado. Los bufones, desconcertados, miraban a su alrededor, sin saber si debían celebrar o consolarla. Fue un espectáculo que quedará grabado en la memoria de todos los presentes.
El Príncipe Transformador: A Trabajar
El Príncipe Transformador, tan acostumbrado a los lujos y placeres de la corte, ahora se enfrenta a una nueva realidad. El lujo palaciego ha desaparecido y, con ello, su existencia dorada. Se acabaron las cenas interminables, las fiestas exclusivas y los bailes nocturnos que una vez lo hicieron famoso. Ahora el príncipe debe adaptarse a un mundo desconocido, uno en el que el trabajo, algo que hasta ahora le había sido completamente ajeno, es esencial para su supervivencia. Los tiempos de las manos de seda han terminado, y ahora el príncipe deberá aprender lo que significa ganarse el pan. ¡Cuánto cambia la vida cuando se pierde la corona!
Con la entonación a la vuelta de la esquina, las cortinas de este capítulo se cierran. En el siguiente, conoceremos a los nuevos bufones de la corte y los eventos que marcarán el futuro del reino y las sorpresas que el destino nos tiene preparadas.
Lady Eva