Los diversos avances derivados de conocimientos científicos/tecnológicos, se han asimilado casi íntegramente por la mayor parte de la humanidad; transformado, sin lugar a dudas, el desarrollo del ser humano. Sin embargo, esto acarrea también una serie de inéditos desafíos. Desafíos que algunas entidades proponen realizar con cambios radicales en la manera, los conceptos y la forma de pensar.
La humanidad está llamada a encarar aquellas problemáticas, mediante discusiones elaboradas y rigurosas. Siendo la prensa, los medios de comunicación y el periodismo científico, en particular, parte integral del proceso en cuestión. Es más, son y serán unas de las instituciones o estamentos rectores en las nuevas formas de acoplamiento, entre el hombre y los paradigmas científicos/ tecnológicos. Además, cabe destacar el complejo rol que, como entes regulatorios «ad hoc», tendrán a corto o mediano plazo; en cuanto a la misión de montar los insólitos e infinitos escenarios diseñados específicamente para la exposición, interactiva y multifactorial, de las innumerables disyuntivas éticas y morales. Cuajándose casi como una «nueva religión».
En teoría, los avances en física, biología, biotectonología y medicina, son algunos de los grandes hitos y logros de la era moderna. Pero, a pesar de mover aceleradamente el convoy del progreso, traen consigo pesados lastres. Cargas que no se dejan ver continuamente, pero que cuando lo hacen generan una serie de controversias éticas, morales, religiosas, filosóficas y jurídicas. Es así, que la especie humana se encuentra entonces en una situación que le exige no sólo mirar hacia adelante, sino que también observar las circunstancias o acontecimientos que ocurren a su alrededor. Con el fin de poder adquirir compromisos serios, o redefinir con responsabilidad los infinitos cuestionamientos planteados por los vaivenes de la vertiginosa modernidad. De hecho, solo a mediados del siglo pasado tanto la ciencia como la medicina, apenas pudieron adaptarse a los cambios que ellas mismas evocaban.
Aún hoy, existen una serie de debates en torno a muchas definiciones y procedimientos fallidos, enfermedades que no eran tales, o de tratamientos que provocaron muertes o enfermedades hereditarias inesperadas. Por lo tanto, no es de extrañar que el intenso y a veces arriesgado debate, que implica reconceptualizar o redefinir de manera filosófica, teológica o antropológicamente, lo que es o será la vida, la muerte, los trasplantes o donación de órganos, los esquemas de vacunación, la decisión de abortar o de realizar una eutanasia, entre otras; pueda llevarnos a una falsa libertad de pensamiento, haciéndonos esclavos de nuestra propia arrogancia. La cual no solo nos ha sido heredada por algunas sociedades científicas, sino que por un colectivo cómplice o espurio.
En resumen, a la gran parte de la humanidad le espera una larga y agotadora travesía, en la que el periodismo científico será de seguro, junto con otras herramientas mediáticas, en gran medida responsable de llevar aquella evolución a buen destino.
Por: Acir Emadus
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