Rapa Nui y el archipiélago Juan Fernández unen fuerzas con expertos del CIMARQ para mitigar el impacto ecológico de la sobrepoblación del erizo negro.
En un esfuerzo por preservar la biodiversidad marina y garantizar la sustentabilidad de los recursos naturales, el Centro de Investigación Marina Quintay (CIMARQ) de la Universidad Andrés Bello ha intensificado su colaboración con los Consejos del Mar de Rapa Nui y del archipiélago Juan Fernández. Este trabajo conjunto busca abordar la creciente amenaza que representa la sobrepoblación de los erizos negros en estas regiones insulares.
El problema de los erizos negros, tanto comestibles como no comestibles, ha generado profundas inquietudes entre los pescadores artesanales y las comunidades locales. Su proliferación desmedida en el fondo marino ha alterado significativamente el ecosistema, afectando la flora, la fauna marina y las cadenas alimenticias esenciales para la sustentabilidad de otras especies.
Respecto a Juan Fernández, la directora del programa, la doctora Claudia Navarrete Taito, comenta: “El tema del erizo negro es tremendamente potente porque consume el ecosistema del fondo. Por eso, estamos a la espera de que se considere un recurso pesquero y se pueda extraer, mitigando así la problemática en las islas del archipiélago”.
En el marco de esta iniciativa, se han llevado a cabo estudios nutricionales y análisis tecnológicos de los erizos negros. En el caso de Juan Fernández, estos estudios revelan que el erizo negro es altamente apreciado como producto comestible, mientras que en Rapa Nui se investigan otros usos como abono agrícola o alimento para criaderos de aves, según lo expone Ludovic Burns Tuki, coordinador del Consejo del Mar de Rapa Nui. “Hay que verlo como una oportunidad. Debemos tener la capacidad de adaptarnos a nuevas situaciones para asegurar los recursos para las próximas generaciones”, añade.
Los avances tecnológicos han sido cruciales para el éxito de estos proyectos. La doctora Navarrete destaca el uso de inteligencia artificial para realizar estudios submarinos. “Hicimos un avance tecnológico súper fuerte a nivel de investigación, generando imágenes submarinas que evaluaron la densidad y abundancia de los erizos en polígonos de 400 metros cuadrados en el archipiélago de Juan Fernández”, explica.
Además, estas acciones han contado con el respaldo de los pescadores locales, como Julio Chamorro Solís, presidente del Consejo del Mar del Archipiélago Juan Fernández. Él enfatiza la evolución de la pesca artesanal hacia prácticas más responsables y orientadas a la conservación. “Somos un pueblo que históricamente ha vivido de la pesca y esperamos que las nuevas generaciones puedan disfrutar de este legado”, afirma Chamorro.
Por su parte, Francisca Haoa Hey, representante de la caleta Hanga Piko, resalta la importancia de estos estudios y la participación comunitaria. “Gracias a la doctora Claudia Navarrete, hemos podido ser parte de las investigaciones que afectan nuestros recursos, como la sobrepoblación del erizo negro, que está devastando nuestra flora y fauna marina”, señala.
Este trabajo interdisciplinario y colaborativo es un testimonio de cómo la ciencia, la tecnología y las comunidades pueden unirse para encontrar soluciones innovadoras ante desafíos ambientales. El futuro de las islas chilenas dependerá de la capacidad de adaptarse a nuevas realidades y convertir los problemas en oportunidades para fortalecer la sustentabilidad de sus recursos marinos.